Friday 27 June 2014

Aventura o desventura

¿Obstáculos u oportunidades? ¿Muros impenetrables o que hay que saltar? ¿Montañas que admirar de lejos o escalar?

La vida es eso, una serie de eventos afortunados y desafortunados, una miríada de hechos y acontecimientos, actos y omisiones que nos suceden, que se suceden, o a los que les sucedemos. Como en cualquier caso, éstos pueden ser entendidos positiva o negativamente. Hoy no quiero ni siento filosofar o categorizar. Solamente plasmar en tinta y papel aquello que me viene a la mente en esos momentos que todos tenemos alguna vez en la vida en que nos planteamos preguntas como: ¿sigo? ¿empujo un poco más? ¿vale la pena?

Creo que como en todo caso, la respuesta no puede ser más que relativa, dependiente del quien, que, cuando. Tampoco intento o pretendo aleccionar; solamente pensar en voz alta.

Por eso, más allá del quien, que, cuando, prefiero, elijo siempre arrepentirme de haberlo hecho, intentado, que de dejar de lado el desafío. Pero no cualquier desafío, cualquier encuentro con lo nuevo, lo diferente, o lo inesperado. De esos no me ocupo aquí. La vida misma o los otros los hacen aparecer constantemente. Me refiero más bien a aspiraciones personales que, distinto a otras superficiales, o de momento, nos tocan el alma, o son parte de ella.

Primero, escribo aspiraciones y no sueños pues coincido con lo que alguien me dijo hace tiempo de la distancia entre aspirar a algo y soñar con algo. Pues si bien aspiraciones suena a algo promisorio, solamente lo es en potencia. En cambio, cuando soñamos, algo comienza a gestarse dentro nuestro y provoca una especie de necesidad por obtenerlo, lograrlo. De allí al planeamiento y la acción, o la sola acción estamos a un paso. Por eso, muchas ideas quedan en aspiraciones; esto es, mera potencia y virtualidad absoluta. Pero los sueños llevan esas meras aspiraciones teóricas a un punto más cerca de la realidad, sin ser del todo aun un hecho.

Luego, el o los problemas. Y es que si mantenemos el statu quo, el mundo que nos rodea, nuestro mundo, lo que es a nuestro alrededor, en principio podemos coincidir en que los obstáculos que encontraremos serán aquellos que cualquier persona en la misma situación encontraría. La vida me arroja, nos arroja, en principio, las mismas vicisitudes. Pero si agregamos a la ecuación nuestros sueños, nuestra manera de ver el mundo, aquello que nos define en esencia y que nos distingue de todos, del todo, es allí cuando espontáneamente se crean obstáculos en nuestro camino. ¿Por qué en nuestro camino y no en el del otro? Pues por ello mismo; la respuesta es implícita en la pregunta. Porque es nuestro camino y solamente nuestro.

Podemos compartir estaciones, razones, o la vida misma con alguien o algunos otros. Sin embargo, ellos no “verán” el mundo de la misma manera ni nosotros como ellos más allá de lo afines que seamos. Sutiles grises y azules, asperezas donde alguien observa calma y suavidad, y de allí, obstáculos donde otro encuentra aventura y muros por derribar, saltar, o escalar.

Entonces, de seres distintos y un mundo circundante similar a todos resultan tantas miradas y formas de vivir ese mundo cuantas miradas diferentes existan. Si en principio, consideramos que cada uno tiene una mirada particular, una esencia que lo hace ser lo que es, de ello sigue que habrán tantas formas de “vivir”, experimentar, ser en el todo como individuos sean.

Gran problema colateral: “como individuos sean”. Y me pregunto: ¿cuántos individuos son? Considero que el hecho de existir no implica directamente el ser. Pues el existir depende de la voluntad de otros−o no−los que llamamos padres. Sea la decisión tomada o puro accidente, nacemos, comenzamos a existir. Esto es, ocupamos un cierto espacio en el todo, y lo hacemos a un determinado tiempo−o lo hicimos, o posiblemente lo haremos. El ser es más sutil. Insisto, sutil; no complicado, mágico, o etéreo. Y es que todos podemos ser. El gran asunto de la humanidad es que no todos son, no todos somos.

De allí que observemos individuos que quieren ser cuando ya son-o tienen, mejor expresado, todas las condiciones para ser. Ergo, aspiran a lo que no son, sueñan sueños que poco tienen que ver con quienes son, y ponerlos en práctica o no, lograrlos o no, poco hacen a la diferencia, a su diferencia en el nivel del ser. ¿Por qué? Porque siguen una historia que les han contado, un ejemplo que les han mostrado, algo que han escuchado… han sido “culturizados” de manera tal que no reconocen lo que son de lo que no son. Y, si no reconocen lo que son de lo que no son, ¿cómo entonces pretender que puedan discernir las aspiraciones que los hacen ser de aquellas y aquellos que nada o poco tienen que ver con quienes son?


Pero bueno, parece que me entretuve en un paréntesis de las aventuras y desventuras y me quede con una meditación respecto al ser. A ver si la próxima guardo más la línea. Nos vemos…

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