Monday 30 June 2014

Soy no siendo: ¿No soy siendo?

Blanco y celeste, el cielo desde la ventana.
Calma, quietud, silencio, la nada.
Paz, poder, interrogantes, respuestas vacías.
Preguntas sordas, ser, no ser, contradicciones.
Horizonte, distancia, te tengo, me tengo.
Me voy, me fui, ¿estoy?, ¡vengo!
Fui, soy, ¿soy? Parezco en acciones.
Pero sé−o no sé−que no soy en temporales ríos.
Mas soy−o no soy−en un sin tiempo alma desalmada.
Y es que sé−y no sé−que soy y no soy hoy, ayer, mañana.

Pilar, base, acápite, estrato, sustrato.
Contenido, continente, accidentes, esencia.
Me muero, ¿morí?, respiro, vacíos.
Suspiros, latidos, silencios, sentidos.

Fríos, cálidos, me ahogo, inspiro los ruidos.
¿Estoy?, ¿estuve?, me fui, me rio.
Las venas, el suelo, cordura, demencia.
Solo, todos, uno, ninguno, que harto.

Y vuelvo, ¿me fui?; si estoy, ¿dónde estuve?, lejana.
Intuyo, ¿lo veo?, ¿sin ojos?, ¿la razón?, ¿alada?
No lo creo, ¿creo cómo?, ¿cómo creo? Ya tardías.
Pero estoy, pero soy; pero sé, ¡qué facciones!
Llegando ya me fui, si no estoy, sigo yendo.
Así que, sin saber, sólo sé, sé soliendo.
Sí insisto que no insisto, en que fui, en que soy de reacciones.
¿O es que, como aquél, como él?, ¡espontáneo!, ¿desvaríos?
Mas soy−o no soy−en un sin tiempo alma desalmada.
Y es que sé−y no sé−que soy y no soy hoy, ayer, mañana.


Friday 27 June 2014

Aventura o desventura

¿Obstáculos u oportunidades? ¿Muros impenetrables o que hay que saltar? ¿Montañas que admirar de lejos o escalar?

La vida es eso, una serie de eventos afortunados y desafortunados, una miríada de hechos y acontecimientos, actos y omisiones que nos suceden, que se suceden, o a los que les sucedemos. Como en cualquier caso, éstos pueden ser entendidos positiva o negativamente. Hoy no quiero ni siento filosofar o categorizar. Solamente plasmar en tinta y papel aquello que me viene a la mente en esos momentos que todos tenemos alguna vez en la vida en que nos planteamos preguntas como: ¿sigo? ¿empujo un poco más? ¿vale la pena?

Creo que como en todo caso, la respuesta no puede ser más que relativa, dependiente del quien, que, cuando. Tampoco intento o pretendo aleccionar; solamente pensar en voz alta.

Por eso, más allá del quien, que, cuando, prefiero, elijo siempre arrepentirme de haberlo hecho, intentado, que de dejar de lado el desafío. Pero no cualquier desafío, cualquier encuentro con lo nuevo, lo diferente, o lo inesperado. De esos no me ocupo aquí. La vida misma o los otros los hacen aparecer constantemente. Me refiero más bien a aspiraciones personales que, distinto a otras superficiales, o de momento, nos tocan el alma, o son parte de ella.

Primero, escribo aspiraciones y no sueños pues coincido con lo que alguien me dijo hace tiempo de la distancia entre aspirar a algo y soñar con algo. Pues si bien aspiraciones suena a algo promisorio, solamente lo es en potencia. En cambio, cuando soñamos, algo comienza a gestarse dentro nuestro y provoca una especie de necesidad por obtenerlo, lograrlo. De allí al planeamiento y la acción, o la sola acción estamos a un paso. Por eso, muchas ideas quedan en aspiraciones; esto es, mera potencia y virtualidad absoluta. Pero los sueños llevan esas meras aspiraciones teóricas a un punto más cerca de la realidad, sin ser del todo aun un hecho.

Luego, el o los problemas. Y es que si mantenemos el statu quo, el mundo que nos rodea, nuestro mundo, lo que es a nuestro alrededor, en principio podemos coincidir en que los obstáculos que encontraremos serán aquellos que cualquier persona en la misma situación encontraría. La vida me arroja, nos arroja, en principio, las mismas vicisitudes. Pero si agregamos a la ecuación nuestros sueños, nuestra manera de ver el mundo, aquello que nos define en esencia y que nos distingue de todos, del todo, es allí cuando espontáneamente se crean obstáculos en nuestro camino. ¿Por qué en nuestro camino y no en el del otro? Pues por ello mismo; la respuesta es implícita en la pregunta. Porque es nuestro camino y solamente nuestro.

Podemos compartir estaciones, razones, o la vida misma con alguien o algunos otros. Sin embargo, ellos no “verán” el mundo de la misma manera ni nosotros como ellos más allá de lo afines que seamos. Sutiles grises y azules, asperezas donde alguien observa calma y suavidad, y de allí, obstáculos donde otro encuentra aventura y muros por derribar, saltar, o escalar.

Entonces, de seres distintos y un mundo circundante similar a todos resultan tantas miradas y formas de vivir ese mundo cuantas miradas diferentes existan. Si en principio, consideramos que cada uno tiene una mirada particular, una esencia que lo hace ser lo que es, de ello sigue que habrán tantas formas de “vivir”, experimentar, ser en el todo como individuos sean.

Gran problema colateral: “como individuos sean”. Y me pregunto: ¿cuántos individuos son? Considero que el hecho de existir no implica directamente el ser. Pues el existir depende de la voluntad de otros−o no−los que llamamos padres. Sea la decisión tomada o puro accidente, nacemos, comenzamos a existir. Esto es, ocupamos un cierto espacio en el todo, y lo hacemos a un determinado tiempo−o lo hicimos, o posiblemente lo haremos. El ser es más sutil. Insisto, sutil; no complicado, mágico, o etéreo. Y es que todos podemos ser. El gran asunto de la humanidad es que no todos son, no todos somos.

De allí que observemos individuos que quieren ser cuando ya son-o tienen, mejor expresado, todas las condiciones para ser. Ergo, aspiran a lo que no son, sueñan sueños que poco tienen que ver con quienes son, y ponerlos en práctica o no, lograrlos o no, poco hacen a la diferencia, a su diferencia en el nivel del ser. ¿Por qué? Porque siguen una historia que les han contado, un ejemplo que les han mostrado, algo que han escuchado… han sido “culturizados” de manera tal que no reconocen lo que son de lo que no son. Y, si no reconocen lo que son de lo que no son, ¿cómo entonces pretender que puedan discernir las aspiraciones que los hacen ser de aquellas y aquellos que nada o poco tienen que ver con quienes son?


Pero bueno, parece que me entretuve en un paréntesis de las aventuras y desventuras y me quede con una meditación respecto al ser. A ver si la próxima guardo más la línea. Nos vemos…

Friday 20 June 2014

Cumplir un sueño

Cuando somos aun niños escuchamos frases como “cumple con tus sueños”, “no dejes pasar la vida sin hacer lo que quieres”, “sigue tu corazón”, y tantas otras. Lo incoherente es que años más tarde cuando intentamos hacerlo, la mayoría nos mira raro, frunce el seño, y aparecen otras frases como “no creo que puedas”, “si fuera tú me conformaría con…”, “quédate donde estás que es más cómodo”, y demás.

¿Cambiaron? ¿Cambiamos? Para nada. En la propia experiencia he encontrado la respuesta. Todos soñamos, todos tenemos aspiraciones, y más cuando somos pequeños y el mundo parece no tener límites. Y es que no los tiene.

Pero al crecer, las auto-limitaciones comienzan a aparecer, primero en forma de elementos externos, principalmente el otro, hasta que hacen su camino a través del ser y corroen en lo profundo. Es difícil verlo claramente cuando recién nos abrimos al mundo pero la mayoría tiende a conformarse y no entiende bien cómo es que hay seres que pese a los años, los imponderables, y las circunstancias externas, siguen con tesón (y muchas veces, sólo con eso) aquellos sueños que tuvieron cuando niño.

Creo que eso, de alguna manera, los mantiene jóvenes, vivos, alegres, pero también los obliga a andar de tanto en tanto por caminos solitarios. Y no es que el resto tenga algo en contra o quiera nuestro fracaso. Lo he entendido con el tiempo. Mas bien, el resto no puede dejar de comparar que dadas las mismas condiciones, alguien más, ese otro, dejó comodidad y seguridad, y ellos se quedaron sentados, soldados, al costado del camino.

Debo hacer un paréntesis para aclarar que no creo que uno sea un héroe y el otro un villano. El único elemento negativo, funesto, lo observo en la innecesaria comparación. Cada uno es dueño, director, guionista, y productor, a más de actor principal, de su propia historia. Si la historia que decidí vivir tiene que ver con una familia, una casa, un coche, y un perro, perfecto. Así como también si la historia que escogí me lleva a la luna. El gran déficit humano es en intentar cargar las miserias propias por decisiones no tomadas, riesgos no intentados, los sueños abandonados en potencia, traicionados, en las espaldas de alguien más.

Tú allí, yo aquí. Pues yo estoy aquí seguro que lo elegí. Imagino que tú también y por eso estas allí. Pues el resultado de nuestro ahora, del hoy que vivimos no es más que el producto de la suma (o resta) de nuestras decisiones, y consecuentes acciones y omisiones.

El secreto: pues que no hay secreto. Vuelve a ser niño, se feliz con tus elecciones, acertadas o erradas. La vida se escribe siempre en borrador y no tendrás tiempo ni oportunidad de pasarla en limpio. Si erradas, llora un poco si te hace sentir mejor, y sigue jugando. En definitiva, la vida (al menos esta)  es eso, un juego, el gran juego.  ¡Que no te hagan creer en roles! ¡No te la tomes en serio! Antes que médico, lavandera, o presidente has nacido niño, has nacido tú. Y no hay, hubo, o habrá otro tú tan tú.


Se feliz, ocúpate de hacer felices a los que te rodean, y a los que vas encontrando en el camino. Átate a un sueño, no a un objeto o a una persona. Y anda, camina, gatea, vuela, o quédate quietecito. Tu historia es eso, tuya, de nadie más. Si tiene límites, destrúyelos. La chance es que los has creado tú. Pues pese a que existan situaciones ineludibles, la decisión entre dejarnos secar y seguir floreciendo a través de la aceptación de lo que es, fue, es y será siempre tuya. Lo único que puede detenerte, limitarte, en definitiva, eres tú mismo. Se tu amigo, tu compadre, tu cómplice, tu soporte, tu luz. 

Ilumina tu camino, que iluminando tu camino iluminas el de los demás.

Monday 16 June 2014

Presente

Un día de esos, como tantos otros, me levanté al alba como de costumbre, sin razón alguna en particular. Sin embargo, desde que abrí los ojos sentí algo distinto, en el aire… no, no en el aire ni en el ambiente. Más bien dentro, en mi.

Me incorporé del lado izquierdo de la cama, miré los despertadores, eran pasadas las 6:30 am. Desde la ventana hacia la izquierda de la cama asomaba un cielo gris, pero no amenazaba con lluvia. Tardé unos segundos, me incorporé y fui al cuarto de baño. Como cada mañana cepillé los dientes, enjuagué el rostro con agua fría luego de la afeitada, pero esta vez, al detenerme en el espejo y ver el reflejo algo había cambiado. No era visible, más bien una sensación. Me miraba, me observaba, pero no era la misma imagen de cada día. Extrañamente, no estaba sorprendido.

Bajé las escaleras, preparé el desayuno teniendo en cuenta perfecto balance entre proteínas, carbohidratos, y grasas. Cada movimiento, cada detalle, cada parte del procedimiento, como siempre aunque distinto. La cuchara de madera se mostraba áspera, los huevos al romperse contra la sartén sonaban a pequeños estallidos, hasta el liquido semi-coagulado que dejaban detrás parecía traer consigo un quejido sordo. Los aromas llenaron la habitación, invadieron los sentidos. Cuando sentado a la mesa, cada bocado era diferente al anterior y al que seguía. Y mientras mascaba, una danza de aromas y sonidos de aquí, allá, y más lejos entretenían el caos circundante.
Como de un sueño, en un instante de lucidez entendí perfectamente que lo que el ambiente abría al juego estaba allí acompañándome de seguro cada mañana. Y sin embargo, esta vez la profusión de colores, sabores, músicas y ruidos lo invadía todo, me invadía. Y yo me dejaba invadir.

El día entero transcurrió como cualquier otro. Vestirse, tomar el transporte de A hacia B, trabajar, diálogos en piloto automático, más trabajo, transporte de B hacia A, y vuelta a lo familiar, al hogar. Toda la sucesión de eventos era, había sido parte de aquella rutina diaria que me había acompañado por años. Algo había cambiado. Estaba como desdoblado. Sí, eso, desdoblado es la expresión que cabe. La parte inconsciente, o física, por llamarla de alguna manera, continuaba con las actividades y hechos del día, interacciones con otros, el hacer y el no hacer. Pero esta vez existía otra parte, más consciente, más presente, no necesariamente en el mismo cuerpo físico, mas era evidente en alguna otra forma de presencia, de existencia. Me sentía, sabía observado, mirado, oído, escuchado. Y lo que resultaba de esas observaciones y escuchas no hacia más que incorporarse, volcarse gentilmente en el mismo ser que era observado, escuchado, en este ser que ahora mismo escribe estas líneas.

[…]

Frente a mi, el infinito. Si bien observo, reconozco un muro a unos metros por delante, sé que hay continuidad detrás, más allá; lo intuyo, lo percibo. Es cierto, no lo veo. ¿Necesito hacerlo? Tampoco. Y no es que sea un conocimiento que viene de experiencia previa, el haber estado del otro lado, o alguna teoría. Está allí, y cada célula, cada átomo que compone las células que me forman lo saben.

Los sonidos. En principio, si continuo con lo diario, absorto, nada. Me detengo. El refrigerador, voces de vecinos, alguna mascota, alguien aparcando, y más. Todos a una vez primero. De la nada a la profusión, a la sinfonía de ruidos cotidianos. Luego, los elijo. Sí, comienzo a jugar, doy mayor atención a uno en particular y los demás se ocultan, enmudecen. Siguen allí, de seguro. Como un ente, como una figura con distintos velos. Tomo uno, dejo el otro, juego con el todo. Descubriendo la verdad dentro de cada cosa, momento, sensación, acto u omisión. Y no es más difícil o complicado que quedarme quieto. O mejor, puedo aun moverme, pero con el mundo, y no solamente estando dentro, sin siendo parte del todo.

¿Será eso que llaman estar presente? Posiblemente. ¿Es esto estar “iluminado”? No lo sé. No me siento distinto que ayer, que hace un año, que hace un momento. Sí, la percepción, mi percepción cambió. Es decir, el modo, la forma de percibir de seguro son las mismas−mis ojos, oídos−mas el grado o nivel de atención que doy a aquello que percibo es indudablemente diferente.

Otro elemento que noto, el tiempo. No lo he pensado antes, pero este mismo momento parece inmóvil, eterno, tranquilo. De alguna manera el resto del mundo sigue; lo observo, lo escucho, lo huelo. Pero el que no se mueve es este que escribe, soy yo. No físicamente, mas bien en tiempo. Es algo así como estar en el centro de un huracán−imagino. Todo alrededor sigue siendo, asumo que también yo lo hago, pero en dos tiempos distintos, en un mismo momento. O al mismo momento, peor a dos velocidades distintas.


Para confirmarlo mi mente científica, algo incrédula por cierto, me lleva a chequear el reloj en la pared. Efectivamente, 10 minutos más tarde que antes, y 20 minutos más tarde que la primera vez que hice el experimento. Mas debo confesar que los primeros 10 minutos se sintieron breves, muy breves. En cambio, los segundos 10 minutos pasaron tan lento…

Monday 9 June 2014

Penumbras

Hoy, como ayer, como mañana; y se seguro cualquier otro dia
sin sentir, sin pensar, sin vivir pero respirando.
Como seguir? Y simplemente sigo; como hacer? Y simplemente hago.
No se bien para donde sigo, es cierto…
Tampoco tengo en claro que hago; lo hago…
                                                                                              
Es que la vida, una tras otra batalla, me ha quitado la algarabía?
O mas bien, este ser ha ido mutando, adaptando?
No lo se, no tengo respuesta; o mejor, si es amargo el trago
no me he dado cuenta, o no he querido hacerlo. La vida me deja atrás en un tiempo muerto
poco, nada importa, el que fui, el que soy, el que en penumbra embriago.

Y es que asi como completa oscuridad puede el ser descascararnos
total luminosidad puede, nos deja ciegos.
De que sirve la luz si no veo?
De que sirve la oscuridad si no veo?
No se cual es la solución, tal vez el tiempo…
Pero el tiempo no espera, y sigue tortuoso, impasible…
Como recuperar esa magia de lo irresponsable?
Como regresar a lo que era antes de esto que siento?
Si aunque pudiera hacerlo, ya no soy el que leo.
Aquel que fue, es hoy no. Y el que es, hoy solo parafraseo.
Cuanto mas acumulamos, cuanta mas luz, por el contrario, mas legos
entre el mar y el horizonte, de marron y azul, los sentidos parecen escaparnos.

Quisiera, añoro, me desespero por terminar en una nota alta.
En coloridas frases, en mensajes de esperanza encaramados.
Mas no, el alma se engarza en lujuria, en profusa falta
entre sueños que nunca serán y esa confianza algo idiota y pueril de dulce y oscuros descaros.