Friday 25 October 2013

Capítulo Uno (anexo): meditaciones


Como dice la canción “había una vez un niñito, libre travieso y sonriente, mas un triste día, fue malo el destino y aquella alegría se fue de repente…En su mirada distante, hay un fulgor diferente. En su sonrisa, que era tan clara, ya no es tan linda y frecuente…

 Ese había sido Daniel. Ese era hoy. El mismo individuo de hace un tiempo pero con el espíritu desmigajándose. Aquella noche, antes se escuchar el teléfono, estaba absorto como tantas veces. Esta vez, como otras tantas recientemente, había logrado algo de paz escribiendo lo que le pasaba, lo que sentía. En una especie de trance aquel escrito de aquella noche decía algo así:



"Alma compartida entre tantos seres que no son,

o mejor, que quieren ser mas no encuentra el camino.

¿Cuándo, cómo, quién sabe si existe tal razón?

Y sin embargo marchan cual manada a paso cansino.

 

Creo no ven esa misma realidad estos ojos observan;

convencidos parecen de estar haciendo lo debido.

¿Debido de acuerdo a quién? Y no tienen respuesta  cuando a esta pregunta se enfrentan.

¿Será entonces que no les interesa, felices son sus existencias o por simple miedo a hallar real sentido?

 

Perro, casa, auto, niños, vacaciones anuales y domingos reunidos

Receta simple y efectiva para la felicidad terrena.

¿Cierto? Ustedes digan pues sus caras reflejan llantos contenidos.

Si fue sueño en etapas primeras, hoy la concreción debería llenarlos de gracia plena.

 

No es crítica o burla lo que inspira la pluma.

Es intentar comprender aquello que ahoga el gozo

de transformar deseos en aparente suma.

¿O será (como dudo) el pálido rostro de la soledad desmigaja el todo en pútridos trozos?"

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