Friday 6 December 2013

Las 24 horas. Capítulo Siete: Y la vida sigue... [meditaciones]


Violeta Parra nos dice “[g]racias a la vida, que me ha dado tanto, me ha dado la risa y me ha dado el llanto…” De poco consuelo nos sirve la frase cuando lloramos, cuando padecemos, cuando alguien o algo nos falta, cuando perdemos la salud, el dinero, el amor… Y, sin embargo, la vida (al menos en este tipo de existencia) es eso, una seguidilla de acontecimientos buenos y malos, tristes y alegres, dulces y amargos desde que nacemos hasta que el cuerpo físico dice basta, acontecimientos que se suceden…porque…la vida sigue…

El tema es rico, muy rico, y mucho se ha escrito al respecto. En principio podemos acordar subdividirlo en acontecimientos positivos, negativos y neutrales o neutros. Los primeros, aquellos que subjetivamente producen algún tipo de placer o felicidad en el sujeto de quien se trate. Los negativos, aquellos que traen como consecuencia (quizá resultado) lo contrario. Y neutrales, los que son intrascendentes al sujeto.

Del otro lado tenemos al sujeto quien es el “motor” o “receptáculo”, incluso ambos, de estos acontecimientos positivos, negativos y neutrales que de suyo tendrá una respuesta ante ellos que también podemos ver como positiva, negativa o neutral. Cuando utilizo la expresión “tendrá una respuesta” me refiero a que el sujeto valora, evalúa, merita el acontecimiento respecto a él mismo y/o su situación.

Parecería simple pensar que un acontecimiento positivo traerá consigo efecto positivo en el sujeto; de la misma manera con los acontecimientos negativos y neutrales. Es esta una manera híper-sencilla de observar el fenómeno que nos ocupa. A diario encontramos ejemplos de individuos, sujetos que reaccionan, responden de maneras totalmente distintas ante el mismo acontecimiento. Para muestra, el caso de la confirmación de un embarazo: para el sujeto A puede constituir la concreción de un anhelo (respuesta positiva) mientras que para su pareja, sujeto B, puede traducirse en un castigo (respuesta negativa) o desentendimiento (neutralidad). Aclarado el panorama general, dejo de lado en esta meditación acontecimientos positivos, negativos y neutrales así como respuesta del sujeto positiva y negativa para detenernos en aquella neutral, central al capítulo que estamos tratando.

Desidia, evitar el sufrimiento, evadir, problemas, preferir “no ver”, hacer “oídos sordos”, y tantas otras acciones, omisiones y razones hacen que el sujeto pase por la vida, o momentos o temporadas, en un estado que damos en llamar aquí de neutralidad. No es mera indiferencia, pues la indiferencia en sí misma implica una valoración, mas el hecho de transitar la vida “dormido”, anclado en el pasado o con la vista, la mente en el futuro, sin estar presente, sin ser presente, significa algo distinto, profundo.

Llamo neutralidad aquí al estado en que nos encontramos cuando nos identificamos con pensamientos y/o emociones, deseos, reacciones, y demás sin estar conscientes, sin estar presentes, sin ser en el ahora. Es de hecho, el estado normal de muchos. En este estado nuestra mente, el ego tiene la llave, el mando. Pasa generalmente desapercibido pues el malestar es en la mayor parte de los casos mínimo, y se confunde con aburrimiento, nerviosismo, o simplemente molestia con uno mismo, o la situación en la que estamos (incluyendo al otro en lo situacional). Cuando el estado egoico, esto es, en el que la mente esta aferrada o identificada con determinado pensamiento y/o emoción, deseo, reacción, y demás se descalabra por la razón que fuere es que aparece la respuesta negativa del sujeto (ej. sufrimiento por la pérdida, baja autoestima, comportamientos auto-destructivos, etc.). Lo que en realidad sucede es que la mente, el ego se encuentra, se percibe, se siente amenazado. Y es justamente cuando el circulo vicioso se repite y nuestra mente, el elemento egoico nos lleva a pensar en tiempos pasados (que siempre seguramente han sido mejores, o al menos eso nos hacemos creer) o tiempos por venir que traerán la solución al problema por el que transitamos (o al menos eso nos decimos).

¿Cuánta gente conocemos que se comportan de esta manera? Reflexionando al respecto, ¿no hemos pasado nosotros mismos en algún momento de nuestra vida por estados similares? Ir por la vida en “piloto-automático”. Confundir quien somos con aquello que creemos somos, fuimos o “seremos”. Esto es lo que pasa con nuestro protagonista, y cuyas consecuencias son en parte relatadas en el capítulo siete. Un muchacho que por circunstancias de la vida se ha identificado con acontecimientos situacionales y circunstanciales ajenos a quien es y ha quedado, se ha dejado anclado allí. Si bien físicamente continua “viviendo”, la vida sigue sucediendo, desenvolviéndose a su alrededor y él no es participe, no es.

Aceptar el ahora, las circunstancias situacionales que nos tocan vivir, “rendirse” ante lo que sucede es simplemente aceptar lo fáctico, aquello que es y se encuentra fuera de nuestro poder. Que el sol salga o se ponga; que alguien muera físicamente, que llueva, que el perro del vecino nos ataque o nos llegue algún regalo por correo son acontecimientos que se dan sin o con causante humano, naturalmente o por voluntad de otro, pero en ningún caso por voluntad propia. “Rendirse” ante ellos no significa entregarse derrotado. Se refiere a aceptarlos como son hechos, circunstancias situacionales. No son nosotros. No son lo que somos. Si nos identificamos con ellos, es la identificación egoica la que aparece, la mente nos dice que somos a través de tal o cual hecho, acción, omisión, objeto, otro sujeto, y demás. Nos faltan aquel hecho, acción, omisión, objeto, otro sujeto, y demás, y allí entramos “en picada”. El problema no comienza al caer “en picada”. El problema empieza con la identificación, es poner en marcha el “piloto-automático” y dejar de vivir el presente, dejar de ser.

Párrafo aparte merecen pasado y futuro. Es de suyo que planear nuestro futuro o tomar como enseñanza el pasado contribuyen a nuestro presente, no están en contra del ser, subrayo. Fijar metas, comprender errores poder coadyuvar a mejorar nuestras circunstancias situacionales (ej. mejor posición financiera, relaciones de pareja, etc.). Distinto es la identificación con el pasado o el futuro. Es allí cuando dejamos el presente, el ser siendo y añoramos lo que fuimos y soñamos con lo que podemos ser.

Por estas mismas razones es que Violeta Parra agradece a la vida tanto por la risa cuanto por el llanto. Porque de una u otra forma, risa y llanto tienen que ver con vivir viviendo. El estado de presencia, el estar presente, el ser siendo es más sencillo de lo que imaginamos. No seamos lo que fuimos. No seamos lo que seremos. Pues sino, no somos. Seamos siendo.

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