Hoy, exactamente el día en que tipeo estas líneas, me encuentro,
siento estar en aquel cruce en el que sé, he estado antes. ¿Hacia
dónde seguir? Y justamente hoy, al leer las páginas de un libro que no
viene al caso, el autor se refiere a Robert Frost y “El Camino No Elegido.” ¿Coincidencia?
Creo, intuyo, sé
que el universo se abre, como se ha abierto antes, y pide, ofrece que escoja de
nuevo…
“Dos
caminos se bifurcaban en un bosque amarillo,
Y
apenado por no poder tomar los dos
Siendo
un viajero solo, largo tiempo estuve de pie
Mirando
uno de ellos tan lejos como pude,
Hasta
donde se perdía en la espesura;
Entonces
tomé el otro, imparcialmente,
Y
habiendo tenido quizás la elección acertada,
Pues era
tupido y requería uso;
Aunque
en cuanto a lo que vi allí
Hubiera
elegido cualquiera de los dos.
Y ambos
esa mañana yacían igualmente,
¡Oh,
había guardado aquel primero para otro día!
Aun
sabiendo el modo en que las cosas siguen adelante,
Dudé si
debía haber regresado sobre mis pasos.
Debo
estar diciendo esto con un suspiro
De aquí
a la eternidad:
Dos
caminos se bifurcaban en un bosque y yo,
Yo tomé
el menos transitado,
Y eso
hizo toda la diferencia.”
Rober
Frost, “El Camino No Elegido” (traduccion María Fernanda Celtasso).
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